«It is no measure of good health to be well adjusted to a profoundly sick society».
Krishnamurti
Cada mañana cuando nos despertamos, podemos ir en una de dos direcciones: vivir el día de manera automática, alimentando un sistema donde el sufrimiento individual y colectivo es normalizado; o elegir ser parte de una forma de vida donde la atención plena o la presencia consciente generan alivio y sanación. Si optamos por el primer camino, a menudo empezamos el día con ansiedad y sobrecarga de pensamientos que tienen que ver con todas las tareas pendientes; revisamos las redes sociales, escuchamos las malas noticias y generamos juicios, comparaciones y opiniones que refuerzan nuestro propio sistema de creencias y por lo tanto nuestro ego.
La mañana es un momento sagrado, define la calidad del día que empieza, por lo tanto es crucial modificar nuestros hábitos para dejar de alimentar a esta sociedad enferma. Andrew Newberg y Marc Waldman son dos de los muchos neurocientíficos que estudian los efectos que tienen sobre el cerebro humano experiencias contemplativas, meditativas y otras prácticas espirituales. Sus investigaciones corroboran que ciertos tipos de meditación desarrollan un área del cerebro llamada cingulata anterior que es la responsable de reducir las sensaciones de ansiedad, culpa, miedo e ira, al suprimir la actividad de la amígdala, como lo comentan en su libro “How God Changes Your Brain”.
Te invitamo a explorar la posibilidad de empezar el día meditando. Tengas o no tengas experiencia previa en esta práctica, solo al insistir en entablar una relación con tu mente podrás conocer mejor las tendencias de tu pensamiento y saber si estás alimentando a la sociedad enferma o proponiendo una alternativa para sanarla. Con la práctica de meditación, poco a poco despertarás tu consciencia, una parte esencial de tu ser.
Para percibir la consciencia, puedes practicar la siguiente meditación: siéntate cómodamente con el peso igual en ambos glúteos, los isquiones bien apoyados sobre el suelo o la superficie donde hayas elegido sentarte, la columna recta y la cabeza alineada a la columna. Flexiona los codos de tal manera que tus antebrazos estén perpendiculares al suelo, con las palmas de las manos hacia adelante, frente a los hombros. Coloca tu mano derecha con el pulgar sosteniendo los dedos meñique y anular, y los dedos medio e índice juntos y estirados (Mudra de Cristo). Coloca tu mano izquierda con la punta del pulgar en contacto con la punta del índice; los otros tres dedos juntos y estirados hacia arriba (Gyan Mudra). Abre ligeramente tus ojos, apenas una décima parte, para dirigir tu mirada hacia la punta de tu nariz. Toma una inhalación profunda por la nariz y con tu exhalación produce cuatro veces en voz alta el sonido del mantra Hari Har Hari Har Hari Har Hari. Al terminar, inhala profundo, retén la respiración un momento con los pulmones llenos de aire, luego exhala. Repite este proceso de cierre dos veces más.
Puedes empezar con 3 minutos de esta práctica cada mañana. A medida de tus posibilidades, ve incrementando el tiempo de la meditación un poco cada día, hasta llegar a practicarla durante 11 minutos. Me encantará que me cuentes tu experiencia y responder cualquier pregunta que tengas al respecto. Gracias por elegir la sanación, juntos sumamos esfuerzos para cambiar los hábitos de esta sociedad que tanto te necesita.